Mi sorprendente mundo (1ª parte)

lunes, 16 de enero de 2012
¿Sabéis? Me paso la mayor parte del tiempo acordándome de viejos amigos a los que ya no he vuelto a ver, gente que decidió marcharse por propia voluntad y personas que, simplemente, tuvieron que irse sin opción a elegir. Pero de entre todas ellas había una que no había vuelto a asaltarme en mis introspectivos viajes. Quizá porque, aunque dejó herida, supe cómo echarle el agua oxigenada adecuadamente y cicatrizó sin infectarse. Pero jamás me había imaginado volver a verle.

Estaba, y está, más alto que antes, con el pelo más largo y más negro, si eso es todavía posible. ¡Y ahora tiene barba! La última vez que le vi todavía éramos unos críos, yo más que él, pero niños al final. Comentaré como detalle curioso que, quizá por algún extraño designio del destino, se hace mi mismo peinado.

Por mi parte, habría sido ingenuo llegar a pensar en algún momento que, si llegase a suceder, nuestro posible reencuentro fuese normal. Me dirigía, bastante malhumorado (todo sea dicho de paso) y hundido en la música que salía al máximo volumen de mis cascos, a primera hora de la mañana a mis quehaceres habituales cuando noto como algo me presiona la espalda con fuerza. Ya volteaba la cabeza escupiendo fuego por ojos y orejas y lagartos por la boca para encontrarme con el hombre que os he descrito más arriba. "Buenos días... Pájaro." me dijo con una voz que apenas podía reconocer. Pero sus ojos, lo primero que volví a ver de él, no habían cambiado lo suficiente como para resultarme irreconocibles. Solo diré que perdí el control y las bolsas que llevaba se me cayeron al suelo para poder darle un abrazo a aquel tan buen amigo que había perdido hacía tanto tiempo y del que jamás había vuelto a saber nada en absoluto. Y me llené de preguntas, de cuestiones que necesitaba que me resolviese, de dudas que habían quedado guardadas en el baúl de objeto perdidos de mi cerebro

Y las contestó. Todas.

Pude darme cuenta de la de cicatrices y marcas que había en él. Pero no eran físicas. ¡Nos han pasado tantas cosas! Me ha hecho reflexionar muy mucho acerca de todo lo qué ha sucedido desde que se fue y de cómo eso me ha afectado. Él es de lo poco bonito que puedo encontrar de mi pasado en aquel momento de mi vida, si queréis que os sea sincero. Y su recuerdo se había sepultado por una montaña de pensamientos tristes y grises, por una preocupación obsesiva por la madurez en lugar de por las experiencias en sí mismas. Y eso me asfixiaba. ¿Os sabéis eso que dicen de que cada uno de nosotros tiene por ahí un alma gemela? Creo que nadie llegó a estar tan próximo a ese concepto conmigo como él.

De todas formas, reconoceré que, como dije cuando di la bienvenida al 2012, sí tengo una predisposición a pensar que este será un año favorable y lleno de cambios, pero vaya, no me esperaba algo tan pronto. 
¡MUNDO podrías dosificarlo un poco, ¿no?! No es que no me alegre de lo que has hecho, no me malinterpretes, todo lo contrario, ¡pero me conformaba con que empezase por una llamada teléfonica, oye!

0 comentarios to Mi sorprendente mundo (1ª parte):

Publicar un comentario