Mi sorprendente mundo (2ª parte)

viernes, 9 de marzo de 2012
¿Sabéis? Yo siempre he tenido claro que la vida puede llegar a alcanzar límites de surrealismo importantes, rozando lo inaudito la mayor parte del tiempo, pero hay días en que, por cómico que consideres ese movimiento artístico/literario, vuelve a impresionarte. Con este pensamiento llegamos a la segunda entrega de mi sorprendente y delirante mundo (muy pronto en su librería más cercana).

Uf, parece que es viernes y la cosa se relaja: empieza el fin de semana, la fiestuqui y la música de máquina suena por las calles que, por cierto, se llenan de ociosos adolescentes y mujeres ya entradas en años que salen a andar. Y, entre toda esta gente, estoy yo, Pájaro, que tengo a bien aprovechar el buen tiempo para que me de un poquito el sol y, de paso, cortarme el pelo. Por eso, decido encaminarme con suficiente tiempo hacia la peluquería hasta que llego al rellano y, ¡¿qué ven mis ojos?! ¡¿Es ese el vecino del tercero metiéndole mano (de una forma totalmente literal) a su mujer?! 
"¿Perdón?" es lo único que se me ocurre decir antes de seguir corriendo escaleras abajo. Pero mi huida no sirve para tanto como creía, ya que cuando llego al siguiente descansillo me encuentro a un hombre vestido con una ropa mugrosa y harapienta, con una barba canosa enorme y fuertemente sujeto a un brick de vino del super que hay a menos de 200 metros (no es que sea un clasista o un insensible, pero entendedme, no esperaba encontrarme a alguien así en las escaleras de mi edificio). Intento pasar a su lado sin interferir en sus actividades poco sanas relacionadas con el alcohol, cuando decide cambiarme por el brick y agarrarse fuertemente a mi pierna mientras comienza a gritarme cosas en un idioma que no consigo comprender. Yo, que siempre me he caracterizado por mi valor y templanza, empiezo a gritar auxilio e intentar desasirme de las férreas manos del individuo. Por suerte, la siempre al acecho vecina del primero, sale de su casa, escoba en mano, y al grito de "¡¡Eeeeeh!!" consigue que el hombre me suelte y decida poner pies en Polvorosa.

Minutos después, más relajado, le doy las gracias y, tras una agradable conversación acerca de los peligros que hoy acechan a los jóvenes en las calles, continúo, como si nada hubiera pasado, mi camino hacia la peluquería. Cual es mi infortunio al llegar que resulta que los viernes abren una hora más tarde de lo que yo tenía previsto, así que tendría que esperar unos 32 minutos, aproximadamente. No tuve demasiado tiempo a aburrirme: 3 minutos después escucho como se cierra la puerta del edificio y unos pasos suben lentamente, dándome oportunidad a sumirme en las fantasías de que un viejo conocido, mugroso y harapiento, vuelve para terminar lo que había comenzado sin señoras armadas que pudiesen defenderme esta vez. 
Pero, ¡¡nada más lejos de la realidad!! Veo aparecer a un jovencito, de unos 27 años, pelo oscuro, 1,90 y ojos marrones, ataviado con un increíblemente erótico chaleco reflectante, que me da las buenas tardes y me comenta, con una brillante sonrisa, que si espero por la apertura de la peluquería todavía falta media hora. Le digo que lo sé y le doy las gracias igualmente, devolviéndole la sonrisa. Estuve a punto de intentar meterle ficha, pero tal y como iba la tarde preferí no hacerlo, no me vaya a encontrar con algún tipo de psicópata-asesino al que le divierte torturar a sus víctimas degollando ositos de peluche en su presencia (Me arrepiento de no haberlo hecho.).

Saltándonos la poco interesante parte en la que me corto el pelo e intercambio mensajes triviales con mi peluquera acerca del tiempo, de vuelta a mi dulce hogar, me cruzo con el protagonista de la primera entrada de la saga Mi sorprendente mundo, al que llamaremos Gorra, y comenzamos a charlar, poniéndonos un poco al día sobre las últimas semanas, cuando ¿quién aparece por ahí? Oh, sí, pajaritos míos, el chulo playero con el que, por si fuera poco, en las últimas semanas venía teniendo más que algún que otro encontronazo. ¡Esto prometía!
Y yo, que además de por mi valor, sabéis que destaco por mi falta de rencor y mala leche, me lanzo a plantarle un beso a Gorra... ¿QUÉ DIGO UN BESO? Creo que pude hasta darle un masaje tailandés a su páncreas con la lengua. Y mi amigo playero se quedó durante un par de segundos paralizado en medio de la calle. De piedra, vamos. Y este pajarillo que os escribe movió la cola orgullosamente y se despidió de Gorra, con la promesa de una llamada pronto, para seguir su camino, chocándome a propósito con el chulo playero (de acuerdo, tal vez no fue a propósito... Yo también me pongo nervioso, ¿vale?).

¡Y solo son las 7 de la tarde! Este fin de semana se presenta movidito, ¿no os parece? ;)

1 comentarios to Mi sorprendente mundo (2ª parte):

Speedygirl dijo...

32 minutos aproximadamente, ni una más ni uno menos? XDDDDDDDDDDd Sí que tiene pinta de que va a ser un finde movidito, sí... ;P

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